Érase una vez,
Compañero ángel,
Sólo una vez,
La última llamada
Al Sur
De la magia y la muerte-
Tu alegría es incontenible-
Pasadizos interminables
En tus nuevas manos-
Creo que los niños
Arañaron el muro,
nueva/mente
Riéndose de la gárgola,
Señora que orienta-
Nada hay que salvar,
Donde nadan sin la piedra,
Desnudos en la letra y el cerro-
¿Renaces de las aguas
Si lo escribo en la arena?
¿Me lees sin nacer?
NI –narran las aves.
Despiertas cada mañana-
¿No es acaso un milagro?
Escrutas más allá-
El paso más allá,
Ansiado e improbable-
El bosque encarna el abrazo
De las ramas que me hablan
Y no logro entender-
Un concepto de hojas
Que admiramos
En lejanas congregaciones,
Me satisface
Volando en las aguas-
Si musgo, me espadas,
Insecto ángel-
La furia de lo XI me atraviesa
Sin perspectiva de alimento-
¿Venís?
Roto el árbol de mi sangre,
Retorno a tu infancia,
Entre espejos florecidos
Y juguetes favoritos-
Danzás conmigo, mi pequeña
Gris de la Sin,
Espiando mis pecados
En el círculo de la oración-
La Cruz del Sur
Es justa y necesaria-
A A
PA PA
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DA DA
Antonio López Medinilla,
sajando el SUR-sub, XII
sajando el SUR-sub, XII
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ResponderEliminarPA
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para envolverme en tus versos con la mística del humo en mis pulmones.
Un beso, poeta.
Humo credo, estimada. Mi abrazo, Ana.
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