Levántate y cabalga-
Permanente brujería,
En el humus del pantano-
La injusticia del hombre alimenta
La justicia de los bosques
En el resplandor
De la verde entrega,
Devorada aLA-
La casa se derrumba-
Sólo precisa un libro santo
Y el gesto de la mano-
BETÊ:
-Eres sincero
como un perro caliente,
hermano.
Espérame-
Inerte distancia propia,
Que los perros ladran
Y las olas alzan,
Acabo donde comienzas
A gemir el deseo-
¿Azul micénico en este mundo?
Podría dártelo
Aunque es superfluo
Al sur de este bosque-
Antonio López Medinilla
Ya esa pregunta, Antonio, rompe la línea del tiempo; le robas al tiempo lo que al color le donas, y aquí evoco tu "holocausto de color", y sigue el mundo, el tuyo, hégira contenida del humus del pantano, y sigue, comenzando siempre en el suceso, interrumpido suceder ante esa
ResponderEliminar"Inerte distancia propia,
Que los perros ladran
Y las olas alzan,",
como una orden al orden, orden para que arda el orden.
Así oigo y ab-rezo
k
Se me olvidó hacer una mención, de honor, a la sencilla, discreta y profunda, serena ante lo desconocido y maestra ya de una generación, que es la manchega Cristina García Rodero, una de los pocos artistas que no se vendió a la "movida madrileña", es pura e independiente, como todos los exploradores. Grandiosa es su serie de fotos de los rituales de vudú, entre muchos trabajos.
ResponderEliminarCarmen, en este Sur-sub, ventana blanca para el mundo negro y viceversa, la pregunta micénica se imponía: necesaria? Sí, por el poder de la palabra, la orden de la voz para sí, contra sí, sin sí, orden de color ardiendo para la Voz y el Silencio donde crece la flor de nunca y todo.
ResponderEliminarMuy ciertas tus palabras para la Rodero, en verdad.
Un abrazo muy grande, mi estimada Poeta Fogonera. Gracias, por venir.