Hasta el infinito,
Tu misericordia
Como punto de fuga,
Hoja por hoja,
Minuciosamente
Arrojadas-
-No tenía rostro,
y sin embargo miró.
Supo ver la escritura
exhibida en un bosque
blanco que negro arde.
CORO:
-¿Pudo ver o pudo ser?
ORO:
-¡Pudo!
LA MUJER:
-¿Palabras?
Justas y necesarias.
¿Qué flor es ésta?
Y así vino
A reinar un yermo
Que florece-
Antonio López Medinilla
bulba planetaria, abierta está la hendidura en que un hombre y su herencia derraman leche nupcial. ¿Qué engendra el musgo subterráneo, las hondas paredes vaginales de los campos?. Habrá que suspender juicio y habla para esperar, tal vez alumbre aquel prodigio al que nadie osa predecir
ResponderEliminarGracias, estimado Albin. Como te comenté hace poco, el lector ve "lo que quiere ver porque debe ver": el lenguaje dado no era unívoco, ni narrativo, jamás preciso: necesita del Otro, se le oferta al Otro, para perfilarse incesantemente en las lecturas. Sin quererlo, queriéndolo, nace la comunidad.
ResponderEliminarAbrazo. Antonio.