Es un perro extraño-
Mueve el rabo
En perfectas circunferencias-
No es un péndulo-
Aún no me atrevo
A adorarlo-
Entiendo
Que me defendería
De la misma muerte-
Pero es negro
Como yo,
Y da miedo-
También lástima-
De niño adoraba huesos-
Me besaban a mí,
Enfático,
Que no conocí otro beso-
Acaso el poder del útero
Arrojando mis entrañas
A un mundo peligroso-
Ella ya no me incumbe-
Está muerta-
Agote, tienes
El alma negra,
Bien negra,
Para contarte cuentos
Que al final no
Te olvidarán-
Niño mío,
Tus cicatrices-
Me las como a besos,
Son mías-
Antonio,
Huye-
Estás quebrado-
Me gustaría hablarle
De mis AlAs-
Me observa y juzga-
No es alba ni añil-
Sé que me escupiría
Todos los huesos que
Me ha roto-
Orgullosa criatura,
Soberbio barro,
Podría cortarte la garganta-
Pero no tengo manos-
Gab me espera-
No duerme- Sueña-
Me lloran las manos-
No contaré nada del dolor-
Es justo y necesario
Besarte al llegar,
Amor mío,
Antes que despiertes
En el infierno-
Morder el piano solo,
El árbol de luz, juntos,
Naturalmente, suavemente.
Antonio López Medinilla bajo
el SUR-sub, IX, en sin construcción.
el SUR-sub, IX, en sin construcción.
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