de O L U M
@antonio-medinilla
Una flor se aja y
deshoja. [Christmas day, koliot,
capa roja]
–Todo lleno de callos mis brazos. Dios mío. Mis manos, mis pobres manos como hongos
secos
–su troqueo es dinámico, compás
lento y sostenido, evitando el acento en los tiempos débiles.
[reinen cuando útero sea Reino
y flor de las mareas]
–El mar al
chocar
contra los acantilados, qué placer.
–No siempre, sólo aquí…
Hacia el fin de mi estadía en
Isla Grande,
Lola pensaba que yo comprendía el selk’nam
mejor de lo que sucedía en realidad: Luna que perfilas cuatro cielos
redondeles, Luna que
ruedas por los asientos de atrás,
siempreviva, compasiva, ¿cuántos eclipses
codiciabas, semiinconsciente, indignada de quien bosteza ante el brote de los milagros, ante la casa verde entre dos piñones,
cortezas, cabecita de
ajo? Luna juiciosa, lujuriosa, latente como Hain u hormigas mensajeras. Te manifiestas en Santiago
a las 12
p.m. de tu mirada.
Cuéntame, Lola, las horas previas:
–Sit, ostrero, silbó.
Cuéntame las olas, Lola:
–Kehre, barotero,
saltó.
Chechu, chingolo, aleteó.
Cuéntame las ondas,
Lola;
–Como espías que eran, deambulaban temiendo
la furia del delator. En silencio, ocultarán su propio incendio
en la umbra del bosque. Papagayos. El otoño. Te vieron.
[Pero nadie
supo cómo ni cuándo
ni quién creó al
hombre blanco, cómo ni cuándo vino la muerte roja,
cómo ni cuándo
su exacto veneno diminuto]
Dinos el mito,
Lola:
–La hóowin Matan, la bailarina del hain
(nunca rusa
sino selk’nam) huyó
como cisne de cuello negro, dulce trino, sexo rojo, cuello alto alborotado.
Sol y Viento arrojaron a mi madre contra las brasas (lo recuerdo).
Hay heridas que
nunca cierran. Y las oigo. Cómo crepitan.
Morir asesinados por estancieros o refugiarnos
como perros con sarna en las misiones
religiosas.
¡Luna vieja de la decisión!
Yo os
oigo.
–¿Recuerdas el nombre de La Candelaria, Olum?
Costa norte de Río Grande. Todos allí moríamos de enfermedades blancas.
Corralones de madera y alambre envenenado. Monseñor Fagnano los remitía a Isla Dawson,
que explotaron con ovejas y aserraderos. Llegaron más de
tres mil. ¿Qué hicieron con nuestra carne?
–¿Recuerdas el nombre de San Rafael? Me da miedo su nombre.
Ni pidieron perdón a
la flor, pastor Bridges.
Denos un sorbo de agua.
Hay heridas que nunca cierran de noche
sin un recuerdo preciso. Angela mía, pareces Alicia,
mira qué cicatrices:
atravesar el espejo
no era romperlo con la cruz de
tus brazos.
–El mar, ay el mar, yo creía que era Laguna.
–Diferente una queda ya.
Cuéntame el cuento, susúrramelo:
–Tari, pato vapor, a su hija defendió. Keysaishk, cormorán, en la
mar
se hundió. Karkai, carancho,
cuando el papagayo no había pintado el otoño
aún con los colores de su pecho, a
su hija asesinó.
Aves del paraíso, la
huida de Luna creó el drama del Origen,
el árbol de
los días con sus noches interminables, el árbol de la noche.
Luna, serpiente o cisne, brote de haya.
Mujeres que cantaron como canarios.
Cuéntame, Lola, dónde marcharon:
–Luna fue la
primera hóowin que huyó al ciclo de la
nieve y la estrella.
Sol la perseguiría hasta el final de los tiempos.
Entonces un hóowin del Norte llamado Muerte, vino.
Y el hóowin, inmortal, no pudo convivir
con Muerte y marchó.
Los Xo’on se transformaron en astros, árboles, nieve, viento,
lluvia. Huyeron los inmortales
como animales de cuatro cielos mortales.
De un terrón de tierra se amasó al primer hombre selk’nam. LUEGO un niño rojo o roja nació, lleno de plumas.
–Es un hombre ignorante, un
blanco
que conoce la historia sin muerte…
La palabra. El buen suceso. Pero antes revelaré los crímenes.
¿Una poética del silencio, hermano?
–Nos cortaban las orejas, Olum.
–Nos cortaron las orejas.
Hay heridas que nunca secan. Una libra esterlina que
nunca seca. Un silencio enemigo que
nunca seca. Nosotros que marchamos
lo oímos todo.
¿Lola, estás despierta?
Era el final del invierno en
Tierra del Fuego el 9 de Octubre de 1966.
de O L U M
@antonio-medinilla
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