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Lacero mi cuerpo cuando alguien muere por segunda vez: ya os dije, el amor por el surtidor de las ballenas (cuántos nidos) es culpable sólo de la inocencia y su ceremonia, y florece.
–Pero hay heridas condescendientes que nunca cierran, Olum.
–¿No respiras acaso?
1. Se cantarán palabras aisladas, suficientes para evocar un contexto mítico, evangelios instantáneos.
2. Circunloquios: nunca se mencionará el nombre de una persona muerta. Por eso os nombro.
3. Negación como afirmación. Nunca vi la isla Koin’harri.
4. Nadie estará autorizado a cantar los cantos de otra persona, cuatro troncos, cuatro fuegos, cuatro cielos, sin su permiso.
Aquellos que se fueron proseguimos
caminando
caminando
Hallamos piedras, peces como laderas esmeraldas, nidos como destinos…. pero subió la marea y conquistó la Cordillera Resbalosa –emigró Warkión escaleras abajo, escaló las laderas, las peñas casi infranqueables que custodian el poder de la Palabra.
De la paz con los dientes apretados. Qué buen suceso (susúrralo) el ay del niño y el ay del viejo, el clan de la lechuza aguardando a tu hija Josilopa, cuando haya eclipse de luna.
DECRETADO
La profecía no debía cumplirse por segunda vez.
Reaparecimos como violetas en el muro animal, Olum,
como la muscínea de un trino, sí o sí resucitándote.
¿Recuerdas? Cargábamos al hombro los cuerpos agotados si no podían caminar hacia nuestra tienda de pieles y troncos. Nunca prisioneros sino náufragos. Qué olor. Mi olor tal haruwen. Os dimos el hígado purísimo del guanaco destinado a nuestros niños y ancianos. ¿Y cuál fue el pago? Ni decirlo puedo.
–Aquí no hay ventanas. El paisaje es una ventana.
La profecía anunciaba que unos extraños,
parecidos a nosotros, nos destruirían.
–Matar indios para criar ovejas, malos cristianos.
yippen
yippen
Apostar clavos, enclavar silencios en sus vallas, escarpias en los hongos degollados, asentar muertenueva a nuestro tiempo por segunda vez.
–Cómo llora el guanaco viejo por todos nosotros, márren márren.
–Sola. No debieron maltratarla con su arpón. Es libre y peligrosa.
–Quedamos tres en Isla Dawson.
–Pero en nada se parecían a los nuestros.
Los mapas, como las profecías, si tienen boca se ahogan donde chocan los mares, o se equivocan si ignoran las venas de los niños verdes y salvajes, su alianza de fuego o borrasca con la tierra serena.
–Y así fue. El hombre blanco no pudo adaptarse a esta zona.
Guanacos, roedores, vestían con sus pieles, moluscos, bayas, hongos, semillas, cazaban pájaros y focas, ballenas varadas. ¿A qué cordilleras invisibles regresaron?
>Por su lado este, la playa se transformaba en un pantano donde altos juncos ocultaban estos hechos innombrables.
INDIGNUM EST
–En nada se parecían a nosotros. Ni en alma ni en mar ni en pensamiento.
¿Una poética?
No hay poética.
Pero las mujeres
cantaban como canarios.
a.medinilla
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