Psicología acorta la distancia y me muerde el cuello roto. Gasta tacos altos y rojos, y se aparece en la penumbra de los sueños más sucios. Es una versión exquisita y exitosa del remolino de la carne y su sombra. Se aparea conmigo y anota el semen del mar en la sal de su monte negro.
—Ven, compañero, ven a la cocina. Ven del Líbano, esposo mío, y dime que has nacido.
*
Desde ayer a la mañana, que volví del mar, aún no me duché. Son más de las doce, y una capa de sal gorda abriga mis fantasías y mi carcasa reseca. No queda nadie en casa. Literalmente, estoy en el horno. Literalmente, es mi turno.
*
La gallina de arriba caga sobre la gallina de abajo. Ha sido siempre la historia. Psicología lo sabe pero teme, como cualquiera, poner patas arriba el acomodo del gallinero.
Un revuelo de alas, hojas secas y pétalos rojos la ciñen al pasar agitando los brazos, a su búsqueda. El olor a sal delata a Samsa y comienza el caos. Ambos obtienen fácilmente cuatro piernas y cuatro brazos, y rechinan los dientes al aproximarse. Buscan lo justo y necesario, sin adornos, directos al coito, para abolir el tiempo y el espacio en un mar de gallos acogotados.
Probablemente, ya nadie anote nada. Allí no habrá consejos sino fluidos.
AMEDINILLA
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