son zanjas de ausencia
los manuscritos
en el vientre de mis hijas—
si fueras un espejo
te diría
la hierba de mi mano
en la nada de la ola
pero no—
la roca sola de tu mano
y la nada tú de todo
en el que fuera yo
lo nunca de mí
y el sentido
del sentir sin aquél—
—¿Hola?
—¡Hola!
—Bello, temible Bomarzo.
hola
miré la flor
cómo deshoja tu nombre
y siempre es la misma—
antes de atinar
te perderé
entre estatuas—
una
dos
tres veces
suficiente
para el libro
y el desierto—
la voz también
parece más suave—
AMEDINIILLA
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