Caminé a solas por mi pueblo. Era Navidad, la dulce navidad. Pero era verdad, aquí no hay nadie.
Deambulé al amanecer del año nuevo como un crisantemo que olvida. ¿Sería cierto? Es imposible. No, no lo quiero, no he vuelto aquí.
Pero a la sazón, la Virgen del Carmen o Mariquilla de los Palotes, o mi prima Ángeles, tan redondita: qué buena está, no logro distinguirlo, me saluda al doblar la esquina. ¡Antonio!
¡Ay, he vuelto! Mi nombre no era Samsa.
¡Ah, no! Mi nombre es Samsa.
AMEDINILLA
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