Son hechos, y duelen. Cuando la
familia abandonó a Samsa, su salud rápidamente mejoró, comenzando a prostituirse.
Psicología al fin lo amaba y cesaron los daños colaterales, de improviso. Rutilaba.
Al llegar al dormitorio,
como cada noche, con los genitales retorcidos por el cansancio y el frío
marino, volvía a desnudarse ante ella y entregaba su corazón de kuchen, como
una gran bola de cristal que nieva según se incline.
Psicología lo escrutaba hambrienta, golosa, de arriba abajo, de abajo arriba, con su billete de cincuenta euros arrugadito
en la mano, y con la boca llena de pastelitos y hombrecitos de pan, sonreía,
orgullosa de su bebé devoto.
Desde aquellos encuentros ya turbios y lejanos, entendieron que cada día que pasaran juntos, sería el primero en esta
antigua historia. A fin de cuentas, hablamos de vírgenes y ángeles.
a.medinilla
No hay comentarios:
Publicar un comentario